Por: Carlos Fernando Álvarez C., Buque de Papel, Buenos Aires
Un otoño raro, según los mismos argentinos, porque se registraron temperaturas extremas: al inicio de la estación hubo días con 30 grados centígrados y una humedad del 100 por ciento, es decir nos sentíamos en San Vicente del Caguán, Caquetá, o en la selva del Putumayo, y al finalizar, una mañana con golpes polares de la Antártida con tres grados bajo cero, la más fría de los últimos 45 años en todo el país. Sí, el cambio climático, que algunos llaman farsa.
Con un sol pintado en el cielo porque de calentar poco, y la gente cebando mate, asistimos a la presentación de un trío con años de experiencia como solistas y como integrantes: el grupo conformado por “Vitale, Baraj y González”, sí, sin nombre prestablecido, pero que con maestría fusionan la música popular o de folclor argentino con los siempre flexibles sonidos del jazz. Y qué piensa la gente que vino a calentarse con mate y música. Daniel Di Marzio y Adriana nos contestaron
-Daniel, ¿para usted que es el otoño?
“Es el color del otoño: amarillo y ocre. Es un tipo diferente a la primavera, donde todo es verde, festivo, de inicio. El otoño es amarillo de nostalgia y Buenos Aires es nostálgico. Y ellos tres recrean esa sensación con la música que están haciendo”.
-¿Lo mismo para Adriana?
“Sí, pero agregaría que es romántico”.
-Y ahora que viene el frío…
(Daniel) “sí, pero las estaciones hay que disfrutarlas como vienen: la primavera con las flores, el verano y su calor, el otoño y las hojas y el invierno con el frío para tomar un café con amigos”.
¿Deberían hacerse con más frecuencia este tipo de eventos? Esto nos respondió Gustavo Núñez, otro de los asistentes a Otoño en el Sur.
“A este trío lo conozco desde hace tiempo. Así se acerca a los músicos a la gente y eso es bueno. El acceso a la cultura debe hacerse de esta forma, gratuita, porque es costoso. Este tipo de gestión cae bien”.
Que hable la banda
Lito Vitale, pianista reconocido, Luis González, guitarrista consumado, dedicado a la enseñanza de los chicos de la provincia y quien estuvo en Colombia dos veces, y Bernardo Baraj, en el saxo y clarinetes. Los tres llevaban sin tocar juntos más de 20 años, cada uno con su carrera en solitario, pero ya habían incursionado y grabado varios cedés como conjunto, a lo largo de 25 años de trabajo. Y escucharlos en vivo, sí fue catártico: una chacarera, ritmo del norte argentino, al estilo de Miles Davies no es muy frecuente en el mundo musical.
La gente explotaba sus manos a rabiar, y a diferencia de los grandes conciertos, de los que ellos tres han dado muchos, al término del mismo, no faltaron los curiosos y los exaltados que se despojaron de la tristeza y nostalgia de la estación que fueron a saludarlos detrás del escenario y a pedir el autógrafo. Ellos, sin sentirse estrellas, puesto que ya lo son, saludaban, reían, tomaban fotos y estaban como en el patio de la casa con la familia. Eso nos dio la oportunidad de entrevistarlos:
Buque de Papel: Lito Vitale, como músico, con sensibilidad para este arte, ¿qué significa el otoño?
Lito Vitale: (Sorprendido) No sé.
B.P. reunirse después de años de separación musical con Baraj y González, en este evento ¿significa algo?
L.V.: estuvo bueno. No tocábamos juntos desde hace mucho. Reunirnos de nuevo da alegría. No decidimos volver a tocar seguido, cada uno tiene sus cosas, pero de pronto, bueno, podría darse.
Luis González, guitarrista, ha estado dos veces en Colombia, la última como director de cuerdas y arreglos del cantante Diego Torres y la gira que hizo en el país en 2006. Enamorado de nuestra gente, calidez y de las mujeres ve en el otoño una oportunidad para entrar en una etapa de reflexión sobre lo que ha sido la vida en el último año y fijarse nuevas metas que terminan por “cocinarse” en invierno. Pero su motivación es trabajar con los chicos de la provincia en la enseñanza de la guitarra:
“Me alegra hablar con un hermano colombiano. Estuve con Diego Torres dirigiendo sus cuerdas en su gira, y creo que cuando uno va a Colombia, se siente en casa. Esto del trío es un clásico, es un ‘parasiempre’, de los pocos que uno tiene. Nos juntamos por el amor que tenemos por este tipo de música, no porque no los hayamos propuesto. Ver caras que no veíamos hace 20 años e intuir otras que nos escuchan por primera vez es muy grato y muy lindo, y no hay que palabras de agradecimiento. El otoño es una transición hermosa, no hace tanto calor ni tanto frío, como en la vida. Yo estoy como en la estación: tengo 60 años y se me han caído algunas hojas, pero se mantiene vivo el tronco”.
B.P: ¿Y para usted qué significa el otoño, señor Baraj?
B.B: soy de disfrutar todas las estaciones que tocan, pero me gusta más el verano que el otoño y el invierno. Se dieron esta serie de conciertos y la oportunidad de reunirse con los amigos a hacer lo que mejor sabemos hacer: música. Cualquier iniciativa que los gobiernos tomen para organizar este tipo de eventos musicales, las presentaciones en calles y plazas es benéfica para la cultura.
Estuve en Colombia en el año 78, como director musical de un par de cantantes comerciales, en Cali, Cúcuta y Bogotá. Tengo gratísimos recuerdos y la pasé muy bien. Siempre tengo el deseo de retornar y ya se dará si Dios quiere.
Las ráfagas polares que calan hasta los huesos y esa llamada “sensación térmica”, es decir una temperatura más baja que la real, bufandas, camperas o chaquetas y sombreros. Todas imágenes de cajón y que representan a la estación más triste del año, la de la nostalgia, y aquí sí que se vive: el otoño, uno delos más fríos de la última década en Argentina y que se va para dar paso al inevitable invierno.
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