Por: Raúl Moreno, Docente del Departamento de Ciencias Sociales – Universidad Central, Buque de Papel, Bogotá
Hacer un balance de un gobierno en sus primeros 365 días de mandato resulta una tarea compleja, más aún, en la coyuntura de un país como Colombia donde la polarización política, los altos índices de violencia, la crisis económica, y el pesimismo ciudadano resultan ser factores de primer orden a la hora de opinar sobre cualquier gobernante, aspectos en los cuales el presidente Iván Duque no lo ha acompañado ni la virtud ni la fortuna.
Cualquier lector de Maquiavelo sabe, como lo fue el entonces asesor del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y compilador del libro Maquiavelo en Colombia, que la fortuna y la virtud son dos conceptos que determinan las acciones y los objetivos del gobernante, cuya principal finalidad será, según el florentino, mantenerse en el poder.
En lo que va del año, y a la luz de las encuestas más optimistas frente a la gestión del primer año del gobierno, debemos decir que el presidente tiene una desaprobación del 70,8% en Bogotá, y un promedio del 56,5%, en el resto del país; lo anterior, a la luz de los consejos que da Maquiavelo al príncipe, es una cifra que debería preocupar al entorno del gobierno, incluido su partido, el Centro Democrático, pues muy bien aconsejaba Nicolás a los gobernantes de su época: “el príncipe debe hacerse temer de modo que, si no se granjea el amor, evite el odio”.
Evitar el odio parece ser una de las virtudes menos cultivadas por algunos miembros de su gobierno, odio que se incrementará con las reformas que ya se anuncian en temas como las regalías, el sistema pensional, las leyes laborarles, algunas privatizaciones y la discusión del presupuesto, entre otras, y en esto su bancada en el Congreso tendrá que hacer el papel de celestina, pues “la mayoría de los hombres, mientras no se ven privados de sus bienes y de su honor, viven contentos”, dice Maquiavelo.
La fortuna tampoco ha acompañado este año de gobierno al presidente Iván Duque. Muchos analistas en materia económica creo que aciertan en discutir sobre las repercusiones que ha tenido, en loa economía colombiana, la montaña rusa en la que vive el mercado mundial con un dólar por las nubes, una desaceleración de la economía mundial, la crisis migratoria, incluso, se puede culpar al cambio climático para explicar las cifras poco alentadoras de nuestra economía en el último año.
Sin ser doctos en materia económica, todos estos intentos de explicación pueden llegar a ser plausibles, pero para el colombiano de a pie, por muy doctas que sean estas interpretaciones, lo cierto es que las expectativas de crecimiento de nuestra economía tuvieron que ser ajustadas al 3%, aumentó el desempleo, las cifras en materia de competitividad cayeron, un gasto público que siguió creciendo y que se encontrará con un déficit de 8,5 billones de pesos para el 2020; además de una baja bastante considerable en la producción de la industria manufacturera, energética y la construcción, tres sectores de la economía que son vitales para los ingresos corrientes de la nación.
La fortuna también fue esquiva en el Congreso, reformas que fueron anunciadas en su campaña siguen en una situación incierta, tales como la reforma a la justicia, la ley de garantías electorales, la reforma política y la ley anticorrupción, todas ellas corrieron la misma suerte, unas hundidas, otras archivadas, en un ambiente de polarización que llevó al presidente a cometer, como dicen en el tenis, errores no forzados, como el que sucedió con su rechazo a sancionar la Ley Estatutaria de la JEP, situación a la que fue llevado por las “obsesiones” de su bancada, y en la que la pelota no pasó la red cometiendo así una mala jugadita.
Este años de gobierno del Centro Democrático, más allá de los aprendizajes, debería llevar al presidente a hacer una relectura de su propio libro, porque algo que sostenía el entonces profesor Duque en esas páginas, y con lo cual estoy de acuerdo, es que no podemos hacer una lectura maquiavélica de Maquiavelo, pues este teórico de la política nunca afirmó que “el fin justifica los medios”, pero parece que su bancada no ha leído su propio libro, quizá, porque el prólogo lo hizo Juan Manuel Santos.
Pues bien, a la luz de las actuaciones de su equipo de gobierno, y su bancada en el Congreso, pareciera que sus principales enemigos estuvieran pasando la calle; hablando en los términos de las jerarquías del poder monárquico, parece que a algunos miembros del partido de gobierno no les gusta el heredero del rey y quieren degradar el príncipe a un menos poderoso Duque.