Suave como la muerte

Suave como la muerte

Especial Línea del Medio-El Ojo Nuclear para Buque de Papel.

Por: Mauricio Arroyave


Toda mi niñez soñé con viajar. Para mí un avión, más que una máquina prodigiosa, era una puerta que se cerraba en mi natal Medellín y se abría en otro lugar del mundo, lejos del mío, tan pequeño y asfixiante. No sabía muy bien qué quería ser, pero años después lo supe, con una novela en tiempos de mi universidad: buscaba convertirme en un viajero, no un simple turista. Nunca lo he logrado.


La novela se llamaba El cielo protector, una obra maestra del escritor estadounidense, Paul Bowles. Para él, mientras el turista sabe que regresará a su casa y se apresura para regresar a casa, el viajero no pertenece a ninguna parte, “y se desplaza con lentitud de un lado a otro de la Tierra”.


Suave como la muerte es una historia sobre dos viajeros. Como en El cielo protector, esta primera novela de la escritora colombo-francesa, Françoise Audouin, transcurre en el norte del África, en el desierto, y en esa franja que se conoce como el África sub-sahariana —no sé de qué otra manera llamarla—. Aunque distintas en su temática y tratamiento, las dos novelas son travesías por la vida y la muerte.


Dos muchachos enamorados, el colombiano Tomás y la francesa Anaïs parten de París hacia una aventura iniciática. Son los años ochenta y un viaje así es todavía posible. Los dos se internan en un continente enorme con unas mochilas en la espalda y se entregan a la aventura. Ante sí se abre el misterioso mundo de las culturas berebere, musulmana norafricana y árabe. Buscan salir de la Europa a la que sienten agobiante y cansada. 


En realidad, van en pos de respuestas para sí mismos y ese viaje, más que una travesía de sudor, lujuria y paisajes extraordinarios, se convierte en una aventura por los pliegues del alma. África se va convirtiendo no sólo en una geografía grandiosa, sino en una analogía del misterio que se oculta dentro de sus almas.


En una sala de hospital donde Tomás está gravemente enfermo, Anaïs se interna en la memoria y reconstruye brevemente el trayecto recorrido, tanto en este viaje como en su vida individual y de pareja. Es la historia de cómo se pierde la ingenuidad, pero se lucha por conservar la inocencia. También es una novela de preguntas, hallazgos y desconciertos íntimos. Suave como la muerte está tejida con una poética y un refinamiento muy femeninos. 


Fue escrita en español, a pesar de que el idioma natal de la autora es el francés. Está dividida en tres partes, el mismo número del que se compone la ceremonia del té en la cultura saharaui: una primera que es tan amarga como la vida, una segunda tan dulce como el amor y una tercera, tan suave como la muerte.


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