Por: Cecilia Pugliese
Licenciada en Comunicación de UBA
Fotos: Radio Nacional Argentina y Noticias en Luján
Para Buque de Papel
Buenos Aires, Argentina
Este mes, este año, celebramos el centenario de la radio, ese aparato tan mágico que sabe llegar a todo el mundo, en las casas, en los autos, caminando, corriendo, limpiando. Siempre está ahí, acompañando. Un 27 de agosto de 1920, cuatro ´locos´ transmitieron en directo, la ópera Parsifal de Richard Wagner desde el techo del Teatro Coliseo. Esos locos eran Enrique Telémaco Susini, Miguel Mujica, César Guerrico y Luis Romero Carranza, a quienes llamaron “Los locos de la azotea”.
Una década antes, para el centenario de la Revolución de Mayo, el italiano Guillermo Marconi había presentado en el país el “telégrafo sin hilo”, un antecedente cercano a la futura radiodifusión. La radio se supo adaptar a todas las tecnologías que aparecieron después. Por suerte para mucho, no desapareció y si bien fue mutando, a los que nos gusta la esencia de la radio, todavía podemos disfrutar de ella.
En su época de oro, grandes orquestas y artistas actuaban en vivo. Radioteatros y ficciones supieron tener un éxito inusitado, de las que participaron los más reconocidos artistas y cantantes.
Voces inigualables, de esas que con solo cerrar los ojos y escuchar te transportan a otro mundo, otra dimensión, otro éter. Recordar la cortina musical de un programa, 30 años después, eso sí que es pasión! “En la mañana fresca y temprana como una rosa…” qué grande, Hétitor… Y el Dr. Pueyrredón Arenales? Viene hoy? Clásicos que quedan en la historia, como tantos otros.
Mirá que va a tener éxito un programa de radio a las 12 de la noche? “La Venganza Será Terrible” con Dolina, siempre Dolina. Quien se animó a revivir los radioteatro y nos dio la oportunidad de ser testigos de eso. “Mientras tanto, aquí, en la Gran Ciudad, una nueva hora comienza…” Nadie lo va a decir como lo decía ese locutor. Y nadie te va a escuchar como Luisa. No es casualidad, un programa de radio que funciona cual terapia psicológica, escuchando a los oyentes, sus problemas y sus angustias.
La radio, AM y FM. Con distintas cualidades, las dos pudieron adaptarse y hacerle frente al poderío de la imagen, que pareció arrasar con todo cuando la televisión hizo su aparición. Las cosas cambiaron, es verdad, pero ella sigue ahí. Esperando ser sintonizada, eludiendo las interferencias. O, para los más modernos, espera en el celular o en la computadora. Porque ahora más que nunca, la radio rompe fronteras como ningún otro medio. Que pasen tu mensaje en la radio generaba una adrenalina incomparable así como el desear que no te pisen la canción porque la estabas grabando en el TDK. Lindos momentos, lindos recuerdos, lindas voces. Lalo Mir, incomparable animal de radio. Juan Alberto Badía, Héctor Larrea, Dolina… ¿ya no nombré, no? Es que siempre, siempre será Dolina en mi auricular para no despertar a nadie. El Bebe Sanzo, Elizabeth Vernaci, Daisy May Queen, en mi adolescencia. Mario Pergolini, para época de rebeldía.
¿Tango?, tango también… “Prestá atención, no te distraigas”. Alejandro Apo y sus cuentos. Fernando Bravo y sus magazines. Viajes en colectivo hacia la favu o el trabajo con ellos en mis oídos. Y en su poder de adaptación, hasta se adaptó a la cuarentena y salió el primer programa de radio por Zoom: Mientras Dure la Cuarentena, que irónicamente tendrá su última transmisión el 27 de agosto, 100 años después de la primera transmisión de radio a nivel mundial.