Por: Buque de Papel. Info y fotos: portales y Buque
En 1977 el mundo se preparaba para un mundial en la Argentina que iniciaba el tránsito por su última y sangrienta dictadura y los ruegos en Brasil y en el mundo para que reapareciera. Cuando ganó la copa mundial en México, en 1970, dijo basta, hastiado de la persecución de los medios brasileños y de una parte de su propio país y del mundo del fútbol que decían que estaba acabado y sin físico.
Prefirió ir a jugar a la balbuceante liga de Estados Unidos e integró el equipo de Cosmos de Nueva York, buscando cimentar la que en un futuro sería la MLS y que ha elevado su nivel en estos más de 40 años. Gracias a él, el soccer tuvo la oportunidad de desarrollo en ese país.
Fue en 1984 cuando encabezó en Bogotá el desfile de la Caminata de la Solidaridad por Colombia, demostrando que estaba convencido de lo que hacía siempre. Y si vino es porque así lo sentía. La camiseta con la imagen del rostro de Pelé y su famosa firma en el estampado duró hasta cuando el jabón Top hizo efecto con cada lavada en casa.
Y siempre cada acción suya, cada partido benéfico o amistoso que siguieron por años hasta 1990 cuando cumplió 50 años y en el que jugó René Higuita; cada palabra en televisión o nota en periódicos, me acompañaron al crecer.
Sus enseñanzas, como en la serie de video de Pepsi con el Santos, y que nos pasaban en el Colegio Cafam, nos hicieron a más de uno amar mucho más al deporte que nos marcó en vida y por el que corrimos detrás de ese balón, que también se convirtió en otro con el paso de los años.
Y a pesar de la fiebre, del dolor de muelas, o la diarrea, sentimos ese pálpito por dentro, de querer hacer un gol como los de él; al menos hacer la jugada de Pelé, así la termináramos de la peor manera.
Dueño de un físico que la misma NASA estudió y determinó que estaba por encima de los niveles atléticos normales de un deportista de alto rendimiento y de una personalidad arrolladora que siempre mantuvo, Pelé aprendió desde muy niño el valor de la palabra y de enamorarse de una pasión que lo acompañó toda su vida hasta que falleció este 29 de diciembre en la clínica Albert Einstein, de Sao Paulo, donde el cáncer ganó el partido que se prolongó por más de un año.
Esa pasión es la misma que vio y aprendió de su papá ‘Dondinho’, quien jugaba a la pelota en forma profesional con el Baquinho, hasta que se rompió las rodillas. Edson Arantes do Nascimiento llegó al planeta en Três Corações, en el estado de Minas Gerais, Brasil, el 23 de octubre de 1940 y la pobreza marcó su infancia. Para ayudar en la casa se armó de caja de lustrar zapatos.
Su apodo inicial no era Pelé, sino ‘Dico’ y armó un equipo “amateur” con sus amigos de su pueblo que llamó Ameriquinha y más adelante jugaba en el cuadro de su viejo.
Los portales biográficos recuerdan que Pelé fuer a probar al Santos, en Villa Belmiro y que fue el equipo que le dio fama y gloria. Sus colegas, Pepe, Coutinho, Dorval, cuando lo vieron por primera vez en el campo con la pelota sabían que estaban ante un extraterrestre.
Su carrera en el Santos comenzó en 1956 y hasta 1974. Ganó un título de la Supercopa de Campeones Intercontinentales; dos de la Copa Intercontinental; dos de la Copa Libertadores de América; seis del Brasileirão; cuatro del Torneo Río-São Paulo y diez del Campeonato Paulista.
Es el máximo goleador de la historia del equipo paulista con 643 goles en 659 partidos, la segunda mayor cifra en un mismo club en partidos oficiales; sumando los encuentros no oficiales en el Santos convirtió 1091 goles en 1116 partidos.
En 1975 fichó por el New York Cosmos de la North American Soccer League (NASL), donde conquistó un título de liga. Debutó con la selección brasileña en 1957 a los dieciséis años y es, junto con Neymar, el máximo goleador de la Seleção con 77 goles.
Acuñó el término «jogo bonito» para designar el estilo que practicó Brasil en los años que él integró su selección y disputó cuatro Copas Mundiales, de las que fue campeón en 1958, 1962 y 1970, siendo el futbolista que más veces y más joven la ha obtenido. Anotó un total de doce goles en Mundiales y fue elegido el mejor jugador en 1970 y el mejor jugador joven en 1958.
En 1959 alcanzó el subcampeonato de la Copa América en su única participación en el certamen. Se retiró del fútbol en 1977. El Libro Guinness reconoce 1.279 goles en 1363 partidos, incluyendo amistosos.
Pero su vida, que fue un libro abierto, y que de escándalos personales nunca se manchó, lo llevó a ser un icono del mundo, que paró una guerra, como la de Nigeria y Biafra, porque los soldados de ambos bandos querían verlo en un partido amistoso. Se codeó con la Reina Isabel II, los presidentes, primeros ministros, reyes, príncipes y jeques. Nunca se negó a contestar una entrevista, y obvio, no cobró un peso por las mismas.
Tuvo tres esposas y siete hijos Kelly, Edson, Jennifer, los mellizos Joshua y Celeste y cuando estuvo soltero tuvo a Flavia Cristina, con la periodista Lenita Kurtz, y a Sandra, con Anizia Machado y con quien tuvo que ir a tribunales a comprobar que ella era su hija.
Edson junior, o Edinho, cargó con el peso de
“Papá Supermán” y nunca brilló en el balompie. Fue un arquero regular y logró protagonismo al ser encarcelado en 2006 por haber sido señalado de pertenecer a un cartel de drogas de Sao Paulo. Fue condenado a 33 años de cárcel, pero la pena se rebajó a 12 años y en 2019 quedó en libertad condicional. Reconoció ser drogadicto pero no pertenecer a la banda delictiva y entrena al equipo de Londrina EC (Malos recuerdos de esta ciudad para Colombia donde un Brasil juvenil nos goleó 9 a 0).
Pelé, al retirarse del campo como jugador, llegó a Hollywood, junto a Silvester Stallone, con ‘Escape a la Victoria’, cinta que se volvió también de culto, que dicen los expertos en cine.
Además, fue nombrado Ciudadano del Mundo por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1977; Embajador para la Ecología y el Medio Ambiente por la ONU en 1992; Embajador de Educación, Ciencia, Cultura y Buenos Deseos de la Unesco en 1994; Ministro extraordinario de Deportes por el gobierno de Brasil, entre 1994 y 1998; Caballero de Honor del Imperio Británico, en 1997 y Embajador del Deporte en el Foro Económico Mundial de 2006.
En 2004 la FIFA le encargó la elaboración de la lista de los «125 mejores futbolistas vivos» por la celebración de su centenario. A pesar de no haber ganado el Balón de Oro en su carrera, al que en aquella época solo podían optar europeos, la revista France Football le concedió uno honorífico por su gran trayectoria en la gala de premiación de 2013. En 2010 fue nombrado presidente honorario del refundado Cosmos. En 2020 fue incluido como mediocentro ofensivo en el Dream Team histórico del Balón de Oro.
Ir a la
galería.