Por: Buque de Papel, Buenos Aires.
A los pies de esta mole de concreto se alza el portal del Barrio Chino de Buenos Aires, y en la Calle Arribeños con Juramento, la peatonal se organizó en un polo cultural, con gastronomía, café, libros y onda para pasar las tardes del otoño porteño con calor y mosquitos.
Y en el Barrio Chino, en las manzanas del interior de esta zona, se obtiene la oferta de los servicios de esta comunidad que arribó con fuerza a la Argentina comenzando los 90 del siglo pasado: desde masajes de reflexología, alimentos, tintorerías, bisutería, electrodomésticos y los infaltables almacenes de abarrotes, que se convirtieron en la fuente de sustento de las familias chinas.
Todo con el hermetismo de su cultura, pero que se han porteñizado y abierto a esta parte de Latinoamérica. El de los masajes nos regañó, pero la señora de la bisutería sonrió y charló un rato con su español a media lengua con tonada porteña. (De mandarín solo sabemos decir Nihao, hola).
Precios para la zona, pero asequibles, pese a la inflación, dan para pasar un rato agradable, como muchos más en la ciudad que es leyenda.
Aquí desembarcamos: