Por: Buque de Papel, Bogotá. Fotos: portales. Foto portada del portal Espacio Público
De acuerdo con cifras del Ministerio TIC, con corte de 2022, son 1.705 emisoras existentes en Colombia, y que usan el espectro en FM y, o AM. De este número, 649 son comerciales (39,3%) y 691 comunitarias (41,8%). Antioquia, Cundinamarca, Santander y Valle del Cauca son las que tienen más frecuencias, incluyendo a las comunitarias y alternativas.
No obstante, otras entidades como la Unidad Solidaria y el Instituto Distrital de la Participación y la Acción Comunal (IDPAC), de Bogotá, cuentan con otras cifras complementarias y especializadas. Por ejemplo, en esa primera estadística del MinTIC no se tienen en cuenta a las emisoras digitales o web, que no usan el espectro electromagnético, pero que trabajan en nichos especializados de música, arte y cultura; aunque también de noticias locales y regionales.
Así como hay diferencia y son heterogéneas, la radio comunitaria y alternativa enfrenta desafíos diarios, como la falta de una legislación y una política pública clara y que se ejecute; la supervivencia de los mismos medios y de sus promotores, sin dejar de lado la desunión, las amenazas, ataques y hasta agresiones de género.
En el país existen las llamadas Mesas de Medios, la Nacional de comunitarios y alternativos, y en cada ciudad y departamento se establecieron este tipo de redes, que tienen como fin, el de asociarse y cooperar para superar los escollos que presentan, y que en la gran mayoría se circunscriben a la falta de apoyo económico para subsistir. “Que no es limosna; es el pago por un trabajo comunicativo hecho, profesional en algunos casos, y en otros, por solo interés de servir a la gente”, afirmó un vocero de medio alternativo digital en Bogotá.
En algún momento del país, a mediados y finales de la década los 90 de siglo pasado, las emisoras comunitarias y alternativas fueron perseguidas y clausuradas por el mismo Estado. Y desde ese entonces, los productores y directores de la radio comunitaria y alternativa trabajan para resarcir su nombre y poder seguir comunicando su idiosincrasia, sus expresiones culturales, la vida en comunidad.
Las emisoras comunitarias y alternativas representan la comunicación de las bases sociales, del trabajo asociativo, de la comunidad y de los grupos sociales diferentes. Aunque no todo es comunitario. El músico, la artista, el profesional del podcast, la periodista titulada y el que no; quien lo hace fuera del circuito, comercial de los medios tradicionales, también es medio, es alternativa, es reconocido.
Hoy, no hay una regulación específica para los medios comunitarios y alternativos. Tan solo el artículo 20 de la Constitución Política de 1991, menciona en uno de sus apartes que "se garantiza a toda persona la libertad de (...) fundar medios masivos de comunicación".
Como no hay una regulación para los medios alternativos ni comunitarios, este año, congresistas como Robert Daza, del Polo Democrático Alternativo, cuentan con un proyecto de ley que define los parámetros y apoyos para este sector mediático.
Por ejemplo, la iniciativa de ley ordena a “toda entidad territorial a diseñar y ejecutar un proyecto de democratización de los gastos de divulgación y de publicidad de la gestión pública, aplicando el 33,3 % de los planes de medios y publicidad a favor de los medios comunitarios y alternativos”, de radio, TV, prensa y digitales. Los recursos saldrían del componente publicitario de los entes territoriales y locales.
Buque de Papel conversó con la presidenta de la Red Llanera de Emisoras Comunitarias del Meta, Yolanda Plazas Ágredo; la Red Intercable TV Colombia, Lorena Angarita; y con el director de La Uva FM Radio, Rubén Darío Arias, emisora de La Unión en el Valle del Cauca, quienes coinciden en que el día a día de los medios independientes es un reto constante, pero a la vez, un compromiso y un goce haciendo lo que les gusta: radio de nuestros amores.
En este trabajo tipo podcast se puede conocer más de esa labor, que no es silenciosa y que busca un fin último: educar para transformar a una sociedad, que pese a la multiplicidad de medios y de canales, sigue desinformada e incomunicada.